El placer de disfrutar de Can Cuch un miércoles es casi inexplicable, pero lo voy a intentar …
De entrada uno sabe que se dirige hacia uno de los Parques Naturales más hermosos de las tierras catalanas, el Montseny, pero lo que no se espera es que tras un entretenido sendero de curvas que se va enfilando hacia la cima le espera una imagen de postal, unas vistas de vértigo del precioso entorno natural que bordea Can Cuch con la hermosa ermita de San Salvador de Terrades como vigía.
Detrás una imponente masía del siglo X exquisitamente rehabilitada y conservada, que desde el 11 de septiembre del 2011 se ha convertido en este acogedor hotel.
Nada más cruzar la espectacular puerta principal de madera, la original, nos recibe la familia y comprendemos en dos minutos que este es uno de esos pequeños hoteles que se gestionan con pasión, amor, dedicación y mucho mimo, cuidando cada detalle y preservando los orígenes históricos y culturales de este bello lugar.
Guillem nos ofrece la posibilidad de conocer los secretos mejor guardados de Can Cuch y nosotros ya estamos ansiosos por escucharlos.
De entrada nos vamos a la parte más alta de la finca, desde donde se goza de unas vistas de ensueño, allí se ha habilitado la antigua balsa de riego como una pequeña piscina exquisitamente integrada en el entorno paisajístico. Se ha tenido la delicadeza de conservar también la antigua mina de agua de 1794, haciendo el lugar todavía más bucólico si cabe.
Lo siento, no lo puedo evitar, me tumbo en una de esas tumbonas de ensueño, la verdad es que casi no me levanto, pero tengo curiosidad por ver la casa por dentro.
Un verde camino con pequeñas y sabrosas fresas nos lleva hacia las habitaciones exteriores ubicadas en lo que fue el antiguo establo anexo a la masía.
Las suites La Calma y El Suí son el lugar perfecto para una escapada romántica con chimenea de leña, bañera independiente e infinidad de detalles de los orígenes como un cabezal hecho con las antiguas puertas o el escritorio de madera original con vistas al valle.
Nos vamos a una de las habitaciones que guarda más secretos, Les Palomeres, no en vano es la única habitación con doble entrada interior y exterior, sus vistas son al interior del valle y tiene un jardín privado donde poder disfrutar de uno de los rincones íntimos de Can Cuch.
Las habitaciones interiores se distribuyen entre una espectacular biblioteca que conserva infinidad de detalles originales. Nada más verlos me enamore de los antiguos festejadores con impresionantes vistas al valle.
Y es que Can Cuch hay que visitarlo con los ojos bien abiertos, porque en cada rincón se encuentra un detalle y una historia.
Por último Guillem nos lleva a la Bodega, un lugar de esos que te deja con la boca abierta y más cuando nos explica como se conservó una pequeña cueva donde se guardaba la comida para refrigerar y la nevera de hielo cogido en invierno del exterior.
Sin duda este es un excelente lugar para relajarse y dejarse llevar por algunas de sus catas de vinos y cervezas del Montseny, entre las que os recomiendo que probéis la cerveza artesana Sant Jordi que tiene genes de Can Cuch.
Es ya bien entrado el mediodía y una grata compañía nos espera en el luminoso comedor de Can Cuch, sentadas justo al lado de la ventana contemplando lo verde que está el valle en primavera.
Uno de los platos que no olvidaré es el canalón con trompetas de la mort estaba…, por no hablar de las típicas «mongetes del ganxet» y el mousse de crema catalana con mermelada de albaricoque….
Antes de irnos os dejo una pequeña sugerencia, escaparos a disfrutar del impresionante castaño centenario ubicado a 1 km. de Can Cuch, un bello regalo de la naturaleza.
Gracias a todo el equipo de Can Cuch por vuestro trabajo diario y seguir conservando y valorando nuestro entorno natural.
Y es que no os lo he dicho pero Can Cuch es un hotel energéticamente sostenible con caldera de biomasa, un sistema de cogeneración que aprovecha el calor de las máquinas para calentar el agua y placas térmicas y fotovoltáicas.
No esperes más si buscas un lugar secreto deja que Can Cuch te abra las puertas del Montseny.
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