¿Te has parado alguna vez a descansar junto a un río después de una larga caminata? Antes de verlo, escuchas el paso rápido del cauce que corre. Después hueles la humedad clara que va dejando su estela. Y al final, metes la mano y sientes cómo se mece en la corriente. Nada escapa al paso del agua que corre hacia el mar. Así es El Río. Lo escuchas, lo respiras, lo sientes. Es el sonido del viento entre los árboles. Es el olor de la tierra a tu alrededor. Es sentir cómo la paz fluye por todos tus poros.